Pensemos que estamos en 1995. El Internet que conocemos hoy en día, la World Wide Web (www), empieza a tener un hueco en las casas de cada vez más gente y no sólo en ambientes laborales.
Entrar en cualquier página web crea expectación, a pesar de que su contenido es completamente simplista.
¿Por qué? Porque se basa en un modelo de Web 1.0
Su programación se da únicamente en HTML. Los usuarios tienen un comportamiento puramente pasivo, donde reciben información, pero no pueden interactuar ni agregar contenido. Es decir, la web es estática y los usuarios meros lectores.
A partir del 2000 empieza a nacer lo que denominados la Web 2.0. Se crean foros, páginas sociales a día de hoy extintas como puede ser “Messenger” o “Fotolog”. El rol de los usuarios pasa a ser participativo, pudiendo generar diferentes tipos de contenido. Un ejemplo son las redes sociales. El diseño está centrado en la operatividad para los usuarios, pero contiene grandes desventajas;
La primera y más importante es nuestra privacidad. Hace pocos días hemos presenciado un intento del uso de nuestra información privada por parte de Mark Zuckerberg, quien amenazaba con sacar Facebook e Instagram de Europa. Ante esto, sus acciones han caído un 20% y las críticas por parte de la población le llovían, por lo que tuvo que rectificar. La conclusión que podemos y debemos sacar, es la sensibilización en aumento de la población ante el uso de sus datos.
La segunda son los cambios en las condiciones de servicios, en los que los ciudadanos de a pie no tienen capacidad de elección más que la presión popular. El poder reside en un punto concreto y es quien decide cuál es el futuro de estas páginas o redes, como el caso que hemos mencionado anteriormente.
Debido a esto, empezamos a oír hablar de la Web 3.0 para poder solventar estas dinámicas y la Blockchain es una herramienta totalmente eficaz. El poder dejaría de estar en manos de una entidad concentrada, sino que cada nodo tendría poder de decisión. Además, mediante protocolos se evitaría dar la menor información privada posible, protegiéndonos así de convertirnos en productos para grandes empresarios.
Actualmente, estas no son más que meras conjeturas ya que seguimos en la versión 2.0, pero los indicios nos llevan a pensar que este va a ser el futuro. Por lo que se evidencia una necesidad de explorar y explotar las posibilidades.